El sistema mundial que surge de la recuperación es aún más capitalista

Jorge Castro
Clarín
25/05/09

La crisis social no cuenta en los análisis de los economistas del sistema capitalista.

Contraste. EE.UU. y China emergen de la crisis con sus economías transformadas: innovación y aumento de la productividad. Europa se retrasa por su rigidez.

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Lo fundamental de la crisis financiera internacional, tanto en su origen como en su despliegue, es su carácter global. Ha puesto de relieve la importancia decisiva de la globalización como tendencia de fondo de la época. El sistema que surge con la recuperación muestra esta condición fundamental.

Se ha acelerado la tendencia hacia la transnacionalización del poder político, con el G-20 como plataforma de gobernabilidad global; y dentro de él, el papel de China es decisivo. Su mayor instrumento de acción es su carácter de principal acreedor global (reservas por 2.3 trillones de dólares; títulos del Tesoro por 1 trillón de dólares).

Los flujos del sistema financiero internacional y las nuevas estructuras económicas se transforman en cuestiones de alta política. La economía y la política exterior se asimilan hasta la simbiosis. Los países tienen la política de sus necesidades.
Lo que se puede saber son tres constataciones: EE. UU., epicentro de la crisis, lidera la recuperación; y lo hace con una economía hondamente transformada por un shock de innovación, mientras que Barack Obama se fortalece al dejar atrás la recesión, con capacidad plena para ejecutar su visión estratégica de largo plazo (Presupuesto 2009/2010).

China se recupera de la crisis a través de una profunda transformación, cuyo eje es el auge de la demanda interna y del consumo individual, no del comercio exterior ni de la tasa de inversión. Implica el rápido crecimiento de una clase media -quizá de 500 millones de personas en diez años- con gustos y criterios "occidentales".
La tercera es el retraso de Europa, no sólo por su recesión (-4% este año), sino por su rigidez social e institucional, que le dificulta o impide enfrentar la crisis a través del cambio y la reestructuración.

Más importante que establecer las características de la recuperación en EE. UU. (en forma de V o L), es precisar si la crisis ha afectado su potencial de crecimiento de largo plazo. Éste es una fórmula de dos componentes: aumento de la fuerza laboral e incremento de la productividad. La primera creció 1.1% anual entre 1991 y 2008; y lo hará 0.6% anual en los próximos 10 años.

Todo depende de la productividad. EE. UU. enfrenta la crisis con la reestructuración de su sistema económico; y las políticas de Obama de incentivo a la innovación están en ejecución. En la crisis, EE. UU. se reinventa a sí mismo. La "destrucción creadora" es el rasgo primordial de la civilización estadounidense.

Europa se retrasa. El producto alemán caerá 6% este año; y 19% sus exportaciones. Dos tercios de éstas son manufacturas pesadas (automotores, maquinarias, productos químicos). La RFA es la cabeza de la onda industrial que terminó en la década del '70. Su tasa de crecimiento sería 0.8% anual entre 2008 y 2013 (1.5% entre 1995 y 2008).

Las industrias alemanas que crecen son la farmacéutica, tecnologías de precisión y servicios empresariales; de naturaleza post-industrial. Para crecer, Alemania tiene que cambiar; y allí está su dificultad principal. También la de Europa.

No hay análisis del futuro, que por definición aún no existe. Sólo se pueden fijar las tendencias fundamentales del presente, las más cargadas de porvenir.

El sistema capitalista que emerge de la crisis es más capitalista que antes; y también más diversificado. Esto es, menos "anglosajón-europeo" y más "asiático-emergente" (China, Brasil). Lo previsible es un aumento cualitativo de la influencia cultural y política de China y los otros emergentes.

El hecho de que China se haya recuperado a través de una transformación del mecanismo de acumulación es un éxito de su sistema político; y como tal, un acontecimiento de importancia mundial.

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