Argentina: El chico de 15 que mató a dos familiares por envidia
Clarín
05/07/09
Sus víctimas fueron su hermana y un sobrino de su misma edad, a quienes odiaba porque habían logrado progresar. El asesino les contó todo a sus amigos para comprometerlos, pero uno se quebró y lo delató.
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Eran las tres de la mañana cuando golpeó la puerta. Sus tres amigos aún estaban despiertos. Abrieron. Manson tenía la ropa toda ensangrentada y se reía. Sólo se escuchó su voz. "Vengo de Alberti, lo hice". Desde hacía cinco años que en ese barrio de Grand Bourg comentaban sus matanzas de perros: los acuchillaba hasta que dejaban de respirar. Terminaba con los brazos mordidos y los mostraba para que se los vieran. Entonces, nadie se lo tomaba en serio. Pero la madrugada del 31 de mayo, Manson, un adolescente de 15 años, asesinó a su hermana y al hijo de ella. Mientras los torturaba y prendía fuego, según él mismo contó, escuchaba la música de Marilyn Manson, de quien había tomado su sobrenombre. Cuando terminó, los dos cuerpos quedaron destrozados por decenas de cuchillazos en el pecho, como solía hacer con los perros.
Manson tenía la misma edad que Gastón, su sobrino. Y era casi su contracara. Mientras el último pasaba las horas con sus compañeros del colegio y la parroquia, el otro andaba solo gran parte del día y veía de vez en cuando a los chicos del barrio, quienes sostenían la relación mitad por costumbre, mitad por miedo. La ropa de Manson era negra, como su pelo y sus uñas. Llevaba una cadena colgada del bolsillo y hacía un tiempo que practicaba boxeo.
"Solía meterse en el cíber de la otra cuadra. Desde que lo detuvieron todos hablan de él. Los amigos ahora andan un poco guardados, porque sus padres no quieren que hablen con nadie. Sé que escuchaba esa música que dicen, pero acá varios pibes hacen lo mismo y nunca mataron a nadie. Este era medio violento, ese era el problema, no la música", comenta uno de los vecinos de Manson.
El cuerpo de Gastón estaba en el living. Tenía 34 puñaladas. Su madre quedó tirada en el cuarto, con 78 heridas cortantes. El asesino les tiró basura encima de sus genitales y los prendió fuego. Los peritos determinaron que los dos fueron degollados.
El día de los crímenes, la Policía llegó cerca de las siete de la mañana a la casa de la calle Misiones al 1600, en el barrio Manuel Alberti (partido de Pilar). Mientras varios familiares lloraban en la galería de la casa, Manson entró y volvió a salir. Pateó el portón de la entrada y, enfurecido, les gritó a los agentes. Sus parientes le pidieron que se calmara porque estaba poniendo las cosas aún más difíciles. Iba y venía. Hasta se ofreció a ayudar a limpiar.
En medio de la escena, una vecina le comentó a uno de los policías que había visto a Manson de madrugada, en la cuadra, junto a un hermano. Al principio, el policía pensó que se trataba de una confusión, pero la mujer se mantuvo firme: los jóvenes habían estado por allí antes de la salida del sol.
Después del crimen, Manson fue hasta lo de sus amigos. Les contó con detalles cómo había matado a su hermana y a su sobrino. Les dijo que había ido a visitarlos tarde y que lo invitaron a comer una pizza. Luego, Patricia se fue a dormir y él se quedó con Gastón jugando a la PlayStation. Cerca de las dos de la mañana, le preguntó la hora. Como el chico -dormido- no le contestó, sacó un cuchillo y empezó con la carnicería. Según el relato de sus amigos, contaba lo que había hecho sin el menor remordimiento. Dijo que puso un CD de Marilyn Manson y que luego de matarlos, les pegó con una pala y un serrucho.
"Los tres pibes se asustaron y le siguieron la corriente sólo para que se fuera. Al otro día, Manson los llevó a un descampado cercano para que vieran cómo quemaba las ropas ensangrentadas. Intentó involucrarlos para que no hablaran. También les dio tres celulares que había sacado de la casa y la consola de juegos. Pero los chicos no aguantaron mucho el silencio. A las dos semanas, uno de ellos no podía dormir y se sentía mal. Los padres lo llevaron al médico. Ahí se quebró y contó todo", explicaron fuentes de la investigación.
La madrugada de los asesinatos, luego de confesar el hecho ante sus amigos, Manson fue a su casa e hizo lo mismo con Eduardo, su hermano de 18 años, quien tiene antecedentes por venta de drogas. Cerca de las 5, volvieron al lugar del crimen a limpiar huellas. Fue entonces cuando la vecina los vio. Dos horas después, otros vecinos encontraron los cadáveres.
Tras el testimonio de los amigos, la Policía fue hasta la casa de Grand Bourg donde Manson vivía con su padre, la esposa de éste y tres hermanos. Al ver entrar a los agentes, el padre miró a Manson y le dijo: "¿Qué hiciste ahora?". En la habitación del adolescente había pósters de músicos dark metal, discos y las carpetas del colegio, que según los investigadores, sólo tenían dibujos suyos.
"Los amigos nos contaron que hacía tiempo que decía que iba a matar a su hermana y su sobrino. Le tenía odio a Gastón porque él jugaba al fútbol e iba a la Iglesia y todo el mundo lo quería. El era más oscuro, andaba mucho tiempo solo y a veces estaba armado con una pistola 38. A pesar de que su hermana lo trataba bien, él no podía digerir que las víctimas hubieran levantado cabeza y tuvieran una vida mejor", señaló un investigador.
En los últimos días, cuando la conmoción por el caso empezó a disiparse, una amiga de Patricia contó algo que nadie más que las víctimas sabían. Una semana antes del crimen, Patricia echó a Manson de su casa. Lo había encontrado manoseando a su hija de 7 años, hermanita de Gastón. Le dijo que no quería que fuera más a dormir. La mujer estaba preocupada porque temía que antes se hubiera producido algún episodio de abuso y por eso se lo contó a la amiga. La noche del crimen, la nena estaba en lo de su papá, a una cuadra de allí. Quería ir a dormir con su mamá y su hermano, pero se quedó porque se largó a llover. "El azar terminó decidiendo que ella viviera y su hermano no. Es lo único que puedo rescatar dentro de tanto sufrimiento", se consoló David, el ex marido de Patricia.
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