No les creo

Rodolfo Olivera
Noticias y Protagonistas
21/03/10

Podría haber elegido un título más político, del tipo “Me cuesta creerles”. Pero a esta altura uno está tan cansado de ver repetir las mismas y muy “oportunas” versiones tiradas al voleo en el momento justo, como si se trataran de verdades sagradas de las que no cabe dudar, que ya, insisto, no le creo al gobierno de Israel cuando dice que “ya sabe” quiénes hicieron volar su Embajada en la Argentina.

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Las casualidades, cuando se suceden sistemáticamente y siempre en un momento “necesario”, dejan de ser tales para pasar a convertirse en herramienta forzada y forjada ex profeso como elemento de distracción y, a la vez, de presión política. Este mecanismo ha sido utilizado hasta las náuseas por los gobiernos “duros” de Israel (Sharon, Olmert, Netanyahu), incapaces de cumplir con promesas, pactos, compromisos, obligaciones jurídicas, con nada, en fin, con nada que no convenga exactamente a sus planes; planes que, por supuesto no incluyen otros beneficiarios que no sean ellos mismos. Muy lejos de los reconocimientos a los que estuvo dispuesto Isaac Rabin, a quien un sicario de la derecha israelí asesinó a mansalva por “traidor”.

Ahora otra vuelta de tuerca al vicio conocido: en un momento de caída de la imagen (¿la levantaron alguna vez en los últimos diez años?), cuando los EEUU los retaron públicamente por el mal momento que le hicieron pasar al vicepresidente Jo Biden, distraen la atención –o pretenden hacerlo- con este nuevo “descubrimiento”: el de los responsables eventuales del atentado en la Argentina, como no podía ser de otra manera, Hezbollah o Irán, o los dos juntos, lo mismo da. Políticamente, lo mismo da, porque a nivel de verdad, justicia y honor por los muertos, decididamente no.
El embajador de Israel en nuestro país, Daniel Gazit, representante designado por uno de los peores racistas xenófobos que han existido en su país, como es el Ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Lieberman, criticado duramente por la misma prensa israelí, ha dicho con seguridad que asombra que ya se sabe que “se identificó y localizó a los autores del atentado en Retiro de 1992” (Hezbollah e Irán), a lo que siguió una aclaración inquietante: “Lo sabemos con nombre y todo, y ya dimos cuenta de ellos”. Para rematar con un comentario más llamativo aún: “Los responsables podrían estar muertos, como Imad Fayez Moughnieh, muerto por el Servicio de inteligencia israelí”.

Fantástico: el atentado se cometió en nuestro país, no informaron acerca de sus investigaciones, dicen haber encontrado a los culpables, no los entregaron a la justicia argentina que se desayuna con esta noticia, luego de que el Mossad decidiera “dar cuenta de ellos” (sic). De paso, el resto “debe estar muerto”; algo muy oportuno porque los muertos no hablan, no se los puede interrogar, y entonces habrá que dar por buena la información de don Gazit que, una vez más, nos dice a nosotros y al mundo quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Ahá. Y quiere que yo le crea. Pues no.

Como no les creyó el juez Alfredo Bisordi que en su momento interrogó al comisario Battaglia acompañado por un delegado de los EEUU y otro de Israel. Bisordi pidió la autopsia de algunas víctimas para buscar pistas: los tres se opusieron. ¿Por qué, si la idea de todo atentado es maximizar el daño, se esperó a que la Embajada estuviera casi vacía, cuando hacía solo una hora estaba repleta de gente? Esto se lo preguntó el juez Bisordi. Pero recibió la visita del Director de la SIDE, Dr. Gerardo Conte Grand, que le sugirió: "Dr, no insista en otra versión".

¿Por qué la Corte Suprema ignoró el informe de los peritos de la Facultad de Ingeniería de la UBA según el cual la explosión en la Embajada "se produjo adentro del edificio", y no por un coche bomba? Cuando llegó el mentado expediente a la Corte, la Embajada se apuró en declararlo “antisemita”.

Como tampoco les cree Raúl Kollman, muy destacado periodista de investigación que pertenece, además, a la colectividad judía, por lo que está libre de sospecha nazi-conspirativa: “Se armó una investigación sobre la conexión internacional sobre la base de testimonios de opositores al régimen de Teherán e informes de la CIA, el Mossad y la SIDE. La conclusión fue que la organización libanesa Hezbollah fue la ejecutora del ataque y se realizó por orden de las máximas autoridades de Irán. Nunca antes ni después el régimen iraní fue acusado de atentados masivos, y tampoco Hezbollah registra imputaciones de acciones fuera de Medio Oriente”.

Además, y esto es central para despertar desconfianza, el momento elegido para hacer el anuncio: cuando el gobierno de Israel, en una actitud de permanente desafío a la justicia internacional, vuelve a proyectar mil seiscientas viviendas en territorios ocupados para alojar colonos judíos (expresamente prohibido por la ONU hace 43 años), y no tiene mejor idea que plantearlo que cuando el vicepresidente de los EEUU, Joseph Biden, está haciendo una gira por la región hipotéticamente para reavivar el proceso de paz (¿?).

La primera reacción del premier Netanyahu es de un cinismo que aterra: “Fue un comentario que no se debió haber hecho, fue totalmente inocente”. ¿Inocente? ¿De veras supone que -al menos yo- creeré que fue inocente? Era obvio: el cálculo político del mandatario israelí fue equivocado: supuso que la alianza de su país con los EEUU era lo suficientemente fuerte como para silenciar protestas de Washington, y ante el anuncio y el (esperado) silencio de la Casa Blanca, la medida hubiera sido consolidada. Por otra parte, al culpar a Irán estaría siendo funcional a los deseos de la Casa Blanca.

Pero le erró feo, típico del soberbio cebado: Hillary Clinton (¡al fin una!) reaccionó muy duramente y, lo que es peor para la imagen del gobierno de Israel, no lo hizo como tantas otras veces con un llamado telefónico desde “la privada”. No, lo hizo a la vista de todos los medios de comunicación, considerando “un insulto” para los EEUU el anuncio, que “avergüenza profundamente al vicepresidente Biden” y considerando que Netanyahu “como primer mandatario de Israel, es responsable”. Por supuesto que los halcones del Partido Republicano están de parabienes: todo lo que signifique socavar la imagen del gobierno de Barack Obama, que tampoco hace mucho por sí mismo, será bienvenida.

Del lado de Israel quedaba claro que algo había que hacer, porque tampoco pueden arriesgarse a que les suelten del todo las manos. Alguna distracción debía ser tirada sobre la mesa para volver a poner al mundo en el lugar preciso: los buenos son los de acá, los malos son los de allá. Por otra parte, no iba a ser la primera vez que la táctica daba resultado. Y entonces “tenemos pruebas”, dice el Sr. Embajador, de que “los malos de siempre” cometieron un atentado hace casi veinte años en este país lejano (Argentina) y de justicia lerda. Pero ¡qué macana!, están todos muertos. Así que ya no le vamos a poder preguntar nada a nadie. De modo que hay que creerle a él, y punto.

Sí, claro. Mi mamá me decía lo mismo cuando dejaba pastito para los camellos.

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