Acuerdo para formar un Gobierno interino en Bélgica tras seis meses de crisis política

elmundo.es
EFE


Dirigirá el país mientras los partidos negocian una coalición estable
El Gobierno estará integrado por miembros de cinco partidos flamencos y francófonos
Vehfostadt había aceptado el encargo del Rey Alberto II para formar un gabinete de crisis
Bélgica vive una delicada situación con dos comunidades lingüísticas enfrentadas

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BRUSELAS.- El primer ministro belga saliente Guy Verhofstadt ha logrado un acuerdo para la formación de un Gobierno interino que dirigirá Bélgica, durante tres meses, mientras los partidos ganadores de las elecciones del pasado junio negocian una coalición estable para salir de la crisis política que amenaza con partir el país en dos.

El acuerdo, alcanzado esta madrugada, permitirá la instalación, antes de que acabe la semana, de un gobierno pentapartito que tendrá 14 ministros, uno menos que el gabinete definitivo, y competencias amplias para acometer las decisiones más urgentes.

El Gobierno estará integrado por miembros de cinco partidos: los liberales flamencos del Open Vld, la formación del propio Verhofstadt, los socialcristianos flamencos del CD&V, los socialistas francófonos del PS, los reformistas francófonos del MR y los "humanistas" francófonos del CdH.

Este último partido, el que más resistencias había puesto a entrar en un gabinete de crisis, ha terminado aceptando, de madrugada, la última oferta de Verhofstadt, cuyos detalles se desconocen todavía.

El Gobierno transitorio, construido sobre la base de la coalición "violeta" saliente (liberal-socialista) y con la incorporación de los democristianos (CD&V y CdH), ganadores de las elecciones de junio, podría constituirse esta semana y obtener la confianza del Parlamento, el sábado o domingo.

Vehfostadt había aceptado el encargo del Rey Alberto II de formar un Gobierno de excepción, con más competencias que la mera gestión de los asuntos corrientes, ante la incapacidad de los partidos ganadores de las elecciones de junio pasado para ponerse de acuerdo sobre un programa común.

Las diferencias irreconciliables entre las dos comunidades lingüísticas del país, flamencos y francófonos, han hecho imposible de momento la formación de una coalición "naranja-azul", de democristianos y liberales, tras más de seis meses de negociaciones.

Entre sus prioridades estará encontrar soluciones a los problemas urgentes a los que se enfrenta el país, como la amenaza de quedar dividido en dos o la reducción del poder adquisitivo de la población.

Los democristianos flamencos del CD&V, que concurrieron a las elecciones legislativas con los regionalistas moderados del N-VA, recibieron la confianza de los belgas y se convirtieron, después de ocho años en la oposición, en la mayor fuerza de Bélgica el
pasado 10 de junio. Sin embargo, su líder Yves Leterme no ha podido plasmar esta victoria en las urnas en acuerdos concretos.

El país, marcado por el enfrentamiento entre los neerlandófonos de Flandes y los francófonos de Valonia, no había vivido una pausa tan larga desde las elecciones de 1987, cuando Wilfried Martens tardó casi cinco meses en lograr un acuerdo para su coalición, siempre necesaria porque no existen partidos nacionales y los gobiernos deben constituirse con igual número de ministros valones y flamencos.

Entonces, como ahora, uno de los grandes obstáculos era el futuro de las localidades limítrofes entre las dos regiones, con lenguas, políticos, prensa y colegios completamente segregados.

Si en 1988 el conflicto lo representaban los Fourons, una comunidad francófona en territorio flamenco, hoy lo simboliza la periferia de Bruselas en Flandes, con cerca de 120.000 personas que hablan francés por influencia de la capital, el único punto oficialmente bilingüe.

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