A un paso de crear vida artificial
Página 12
23/01/08
La posibilidad de crear en laboratorio una forma de vida sintética está, inquietantemente, próxima a la realidad: un grupo científico anunció haber obtenido la mayor molécula de ADN jamás creada por el hombre. Por primera vez en la historia, estos investigadores –dirigidos por el controvertido científico norteamericano Craig Venter– fabricaron el genoma entero de un microorganismo. La “vida artificial” está a punto de ser creada en tubo de ensayo.
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La molécula de ADN conforma el cromosoma que contiene el genoma completo del Mycoplasma genitalium, un microbio parásito que vive en el aparato reproductivo. Venter y sus colegas construyeron el cromosoma colocando cada una de sus 582.970 unidades químicas en la secuencia correcta. El logro define el paso previo a que los investigadores encaren su objetivo final: insertar el genoma sintético en una célula para crear un organismo viviente totalmente hecho por el hombre.
Venter señaló que el propósito de la investigación es construir nuevas formas de vida, artificiales, que puedan ayudar a resolver los problemas ambientales más acuciantes en el mundo, por ejemplo produciendo biocombustibles, degradando la basura tóxica o absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera. Destacó que los microbios que sean creados no serían capaces de infectar a otros organismos, especialmente a seres humanos, ni de sobrevivir fuera del laboratorio, porque su ADN incluiría mecanismos de autodestrucción.
Venter comparó los presentes resultados con la creación de un programa de software para el sistema operativo de una computadora: el próximo paso sería introducir ese sistema operativo en el hardware, en este caso en una célula vacía, y ver si permitirá bootearla. “Queremos advertir que todavía no hemos booteado estos cromosomas sintéticos. Hay algunos problemas sin resolver, pero confiamos en que lo lograremos; me sorprendería si no pudiéramos conseguirlo en 2008”, afirmó.
La investigación, que se publicó ayer en la revista Science, fue desarrollada en el Instituto J. Craig Venter, en Rockville, Maryland, por un equipo que incluyó a Hamilton Smith, quien en 1978 obtuvo el premio Nobel, en forma compartida, por haber descubierto procedimientos para cortar el ADN en fragmentos utilizando químicos denominados “enzimas de restricción”.
Smith explicó que creó 101 fragmentos o “cassettes” de ADN, cada uno compuesto por entre 5000 y 7000 unidades de ADN, o pares de base, abarcando toda la longitud del cromosoma del Mycoplasma. Primero, los cassettes fueron desarrollados, o “clonados”, en el interior de las células de la bacteria viviente, y luego transferidos a células de levadura para obtener el cromosoma final, totalmente conformado. “Hemos sintetizado químicamente, en forma completa, un cromosoma entero de Mycoplasma genitalium. Su extensión es de unos 580.000 nucleótidos, y hemos clonado exitosamente el cromosoma en levadura”, resumió.
El equipo eligió el Mycoplasma genitalium porque éste tiene uno de los genomas más pequeños que se conozcan, y ellos estaban interesados en conocer cuál sería el conjunto mínimo de genes necesario para crear un organismo capaz de vivir por sí mismo. El genoma de esa bacteria había sido secuenciado 1995, por un equipo que incluía a Venter y a Smith.
En 1999, Venter anunció que intentaba poner en marcha un “proyecto de genoma mínimo”, basado en el Mycoplasma, para ver qué genes son esenciales para la vida y cuáles son superfluos. “El propósito era obtener una célula donde cada gen fuese absolutamente esencial, de modo que no resultara posible mutar ninguno de los genes sin destruir la célula”, explicó Smith.
A largo plazo, los científicos quieren diseñar un genoma artificial que contenga conjuntos de genes extra, a fin de desarrollar tareas útiles, por ejemplo crear biocombustibles como el hidrógeno puro, que es una de las fuentes de energía más limpias.
Venter dejó de lado cuestionamientos acerca de la ética de crear formas de vida artificial, diciendo que no conocía ningún área de la ciencia moderna “que haya empezado con las discusiones éticas antes del primer experimento”.
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