Árabes israelíes: ¿por siempre quinta columna?

El Corresponsal


Cada vez que un árabe "abre la boca", su crítica es catalogada como una conspiración para destruir a Israel. ¿Cuándo reemplazará la cobertura honesta al estereotipo? Una visión del sector árabe israelí, que hoy conmemora el Día de la Tierra.
Por Abir Kubati

El sector árabe en Israel conmemorará este fin de semana el Día de la Tierra. Se origina en el año 1976, cuando miles de ellos hicieron huelga y manifestaciones en protesta por la intención del gobierno de expropiar tierras en la zona de Netufa para fundar allí poblados judíos (como Carmiel). En el transcurso de dichas manifestaciones resultaron muertos seis ciudadanos árabes. Desde entonces, el pueblo palestino y vastos sectores del pueblo árabe conmemoran el Día de la Tierra el 30 de marzo cada año, como un símbolo de la lucha contra la discriminación y la lucha por la igualidad y la justicia.

En la conciencia de la mayoría del sector judío el Día de la Tierra se ha grabado como una agresión carente de motivación ni base. Notas superficiales en la prensa escrita y en la televisión, algunas imágenes de la procesión, un párrafo o dos, quizás otro "sound-byte", sólo logran petrificar la impresión de que los ciudadanos árabes se desprenden del estado. La mayoría de dichas notas carecen de toda mención de las circunstancias que originaron el día o su importancia en la narrativa árabe.

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La segunda plataforma pública a través de la cual el público ju´dio ve al árabe, la constituyen las abundantes declaraciones de los políticos, que presentan a los árabes como un peligro existencial. Así, por ejemplo, lo son las expresiones del ministro Avigdor Liberman (líder de Israel Beiteinu), según la cual "la Comisión de Seguimiento apoya la destrucción de Israel". Este año el Día de la Tierra se conmemora con telón de fondo de varios documentos que presentan una dura crítica y propuestas concretas para corregir las relaciones entre el estado y sus ciudadanos árabes. Dichos documentos se presentaron como una amenaza. Así, por ejemplo, el Shin Bet (Servicio Nacional de Seguridad) calificó a los árabes de Israel como una "amenaza estratégica".

Cada vez que los árabes "abren la boca" y hacen oír críticas que no favorecen las políticas de Israel, éstas con catalogadas como un intento de exterminar y destruir. Cada vez que el tema de las relaciones entre el estado y sus ciudadanos árabes se eleva a la agenda política y mediática de Israel, muchos de los formadores de opinión eligen hacer un uso continuo de la retórica de la "exterminación".

Esta utilización no es casual, y está relacionado con la vivencia más dolorosa en la memoria colectiva de los judíos, despertándoles duras connotaciones. La retórica y el mito acerca de la "amenaza" sirven para rechazar toda crítica y propuesta de cambio. Ello incluso construye en gran medida la imagen del sector árabe como un "enemigo", y supuestamente, otorga legitimidad a la continuación de una política hostil hacia él, en lugar de llegar a un entendimiento recíproco.

Sólo que la propuesta de Constitución que hemos elevado, como así también otros docuemtos que fueran publicados últimamente, no sólo presentaron críticas sino también alternativas, que toman en cuenta a los ciudadanos judíos. Los mismos intentaron proponer arreglos que brindaran igualdad para todos, judíos y árabes. No la liquidación de los judíos ni su "exterminio", sino vías posibles para un futuro compartido. Es más: los redactores de los documentos han subrayado repetidamente que se trata de una base para el diálogo, y no de líneas rojas.

La exclusión de los árabes de los medios de comunicación y de otros círculos públicos en Israel limita la posibilidad del resto de acceder a información nueva acerca de ellos, y descubrir en profundidad qué es lo que piensan. Así, sin contacto directo ni conbertura justa, el público judío se queda con el estereotipo y con una imagen unidimensional, muy difícil de rebatir. Y este proceso es como el huevo y la gallina: el sector árabe, cada vez más arrinconado, atraviesa por naturaleza por un proceso de alienación del país en el que vive. Las barreras y cercas en la conciencia, no hacen más que ampliarse entre ambas partes. Para vencerlas hace falta esfuerzo, que reemplaza la retórica del "exterminio" por la de "cambio", y la de "amenaza" por la de "cooperación".

La fuente: El autor es vocero del Centro Mossawa (Igualdad) por los Derechos de los Arabes en Israel. Su artículo fue publicado en Yediot Aharonot (Tel Aviv, Israel). La versión en español es reponsabilidad es de Povesham.

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