El tratado comercial en Asia-Pacífico muestra las limitaciones de EEUU

Tom Wright, Jonathan Weisman y Peter Fritsch -
The Wall Street Journal / IAR Noticias
17/11/09

La decisión del gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de iniciar negociaciones con el objeto de unirse a un pacto comercial poco conocido al que pertenecen las economías más pequeñas de Asia-Pacífico es más un indicador del grado de limitación de la política comercial de Washington (que sigue supeditada a la política doméstica) que el muy esperado comienzo de una agenda de libre comercio (que por el momento sigue estancada).

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Los intereses estadounidenses en el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (o TPP, por sus siglas en inglés) --que actualmente agrupa a Singapur, Chile, Nueva Zelanda y Brunei-- son pocos. Aunque el TPP es elogiado por los partidarios del libre comercio, el tamaño combinado de las cuatro economías en el pacto es más pequeño que el de la economía de Bélgica.

Washington tiene varios acuerdos mayores, incluidos los que negoció con Corea del Sur, Colombia y Panamá, que están bloqueados por la oposición en el Congreso de EE.UU. Estos son potencialmente mucho más significativos para la economía estadounidense.

Desde que asumió la presidencia, Obama se ha concentrado más en mantener el apoyo de los demócratas para su agenda doméstica, cuya piedra angular es la reforma del sistema de salud. El libre comercio es un tema tóxico para muchos demócratas, ya que los votantes tienden a identificarlo con la fuga de trabajos al exterior.

El debate sobre la reforma de salud probablemente ocupará la agenda legislativa durante semanas o meses, y el gobierno está poco dispuesto a forzar a los demócratas a realizar una votación políticamente riesgosa a favor del libre comercio antes de las elecciones legislativas del próximo año.

Daniel Price, un alto funcionario comercial durante el gobierno de George W. Bush, señaló: "Pese a que avanzar la iniciativa del gobierno anterior de establecer un patrón para la integración económica asiática es ciertamente positivo, mientras el actual gobierno permita que los tratados de libre comercio con Corea del Sur y Colombia sigan siendo rehenes de la política de la delegación demócrata y no provea una clara dirección sobre las negociaciones de la Ronda de Doha, nuestros aliados seguirán cuestionando el compromiso de EE.UU. con la liberalización del comercio".

Esas cuestiones de seguro volverán a ser planteadas cuando Obama viaje a Corea del Sur esta semana. El pendiente acuerdo con Seúl tiene más potencial para impulsar el comercio que cualquier otra vía, de lejos. Sin embargo, esas negociaciones siguen interrumpidas principalmente por el tema del comercio de autos. Funcionarios comerciales estadounidenses con conocimiento del tema no esperan que haya avance en el pacto con Corea del Sur.

El TPP requerirá muchos años de negociaciones y no está asegurado, pese a que EE.UU. ya tiene tratados de libre comercio con Chile y Singapur.

El anuncio sobre el pacto comercial fue elogiado por líderes asiáticos y grupos empresariales estadounidenses que buscan señales concretas de que el gobierno de EE.UU. apoya el libre comercio. El anuncio de Obama significa efectivamente que EE.UU. planea reiniciar las conversaciones suspendidas en marzo en medio de una amplia revisión de la política comercial. El representante comercial estadounidense, Ron Kirk, afirmó que cualquier acuerdo se alcanzaría "a través de consultas cercanas con el Congreso de EE.UU.".

El ministro de Comercio australiano Simon Crean afirmó que la participación de EE.UU. es una "declaración significativa de sus intenciones hacia la región de Asia-Pacífico". La primera ronda de conversaciones sobre la expansión del grupo tendrá lugar en Australia el próximo año, añadió.

Uno de los temas del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico -- una reunión anual de los líderes de 21 países, incluidos China, Australia y México-- ha sido que EE.UU. no ha impulsado el libre comercio ante la oposición de varios sindicatos y legisladores preocupados de que perjudique a los trabajadores estadounidenses.

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