Netanyahu recurre a lenguaje Nazi para intimidar

Peter Beaumont
Uruknet / Sott.net
11/07/2009
Traducción: El Averiguador

© Desconocido

El uso de la palabra ‘Judenrein’ por parte del primer ministro israelí es un cínico intento de distorsionar la pelea sobre los asentamientos en el West Bank.

Estas son palabras con significados corrosivos como el ácido. Malolientes como los históricos crímenes. Palabras que maldicen a quienes las usan. Una de esas palabras es “Judenrein”, una palabra Nazi que significa “depuración de judíos”. Por lo tanto, resulta sorprendente ver que es una palabra que ha sido apropiada por Binyamin Netanyahu para referirse a la demanda de Palestina respecto al desmantelamiento de los asentamientos israelíes en el ocupado West Bank. Más impactante aún, según informes del día de ayer, la palabra fue utilizada en una reunión entre Netanyahu y el alemán Frank-Walter Steinmeier, ministro de relaciones exteriores de un país todavía hechizado por su pasado Nazi – que se sintió obligado a asentir con la cabeza en medio de un vergonzoso silencio.

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En los últimos meses, Netanyahu no fue el único en utilizar la palabra “Judenrein” para describir el panorama de la eliminación de asentamientos israelíes, en un futuro acuerdo de paz para crear un estado palestino.

A medida que la frustración entre los israelíes de derecha ha aumentado a causa de las nuevas políticas del presidente Obama, esta palabra se ha estado introduciendo en el discurso, primero en la blogósfera de derecha, y ahora está introduciéndose en los principales medios de Israel.

No es la palabra "Judenfrei" – igualmente ofensiva – la que Netanyahu utilizó, sino que es su más fuerte y despreciable compañera. Una palabra que, bajo las leyes de la raza Nazi, significaba que todo rastro de ancestros judíos debía ser eliminado. La justificación para su uso ha sido, de cierta manera, históricamente autocomplaciente por dos motivos.

Primero considera que, debido a que históricamente las comunidades judías vivían en el West Bank y en Jerusalén antes de 1967 (es decir, durante 3,000 años excepto los 19 años de ocupación jordana entre 1948 y 1967, según este argumento), cualquier insistencia sobre la eliminación de los asentamientos se refiere a una limpieza étnica de facto.

En segundo lugar considera – al igual que lo hizo Jonathan Dahoah-Halevi el 2 de julio en Yediot Ahronoth – que la comunidad internacional ha aceptado la desigual proposición, “de que se debería permitir a los palestinos establecer un país fundado en la religión de la mayoría de sus ciudadanos” mientras que al mismo tiempo se niega el mismo derecho a Israel. Mediante tal lógica, concluye que “la política internacional ya no tendrá que ocuparse del ‘problema palestino’, sino del ‘problema judío’ en Palestina”.

Es un argumento que surge de la desesperación y que impacta por su literalidad y por su negación de lo que fue el programa de asentamientos después de 1967. Mientras es verdad que comunidades judías existían en el West Bank desde antes de la guerra de los seis días, el programa de asentamientos posterior a la ocupación, es considerado por la mayoría de los organismos internacionales como una severa violación de la ley internacional. Ese punto de vista está fundamentado en el artículo 49 de la Convención de Ginebra, así como también en una serie de resoluciones del consejo de seguridad de las Naciones Unidas, que han establecido ciertos aspectos de los asentamientos como ilegales.

Efectivamente, según un informe obtenido por el grupo Paz Ahora en el año 2006, y entregado por la administración civil del gobierno israelí, tanto como el 32% de la tierra sobre la cual se construyen los asentamientos, es propiedad privada de los palestinos.

La realidad es que esto no se trata de la justicia del argumento histórico de Israel para la existencia de comunidades en territorios que denomina, por sus nombres bíblicos, Judea y Samaria. La evocación de Judenrein por parte de Netanyahu y otros, es la más cínica de las estrategias en una negociación a la que su gobierno cree que debe oponerse. Bajo la presión de Obama para detener por completo la construcción de asentamientos - incluyendo la construcción que Israel denomina “crecimiento natural” – se está viendo obligado a utilizar un lenguaje cada vez más extremo para defender la continua presencia de asentados en los territorios palestinos ocupados, al igual que el lenguaje utilizado con Steinmeier, para humillar y persuadir.

Existen palabras con significados particulares. Ensangrentadas con las peores ofensas. Utilizar “Judenrein” de forma tan barata para anotarse un punto político deshonra la memoria de la historia y de sus víctimas. Debería darle vergüenza al primer ministro israelí.

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