La estrategia del silencio - Las ruinas de Gaza: La nueva verdad revelada

IAR Noticias
21/01/09

Para Israel y los judíos universales, después de la masacre militar, el mundo sigue andando. El secreto, es el "silencio": seguir la vida como si nada. La dirigencia, la sociedad israelí y las comunidades judías del mundo siguen la misma dinámica de las potencias y de la prensa imperial: Gaza nunca existió.

La matanza de miles de niños, mujeres y hombres palestinos, la destrucción de un país empobrecido, martirizado y en catástrofe humanitaria, fue solo una anécdota.

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A diferencia de la derrota en el Líbano, esta vez no hay críticas ni autocríticas: El aparato militar israelí salió de casa, mató seres humanos durante 22 días consecutivos, y volvió a su rutina habitual como si hubiera estado de vacaciones.

Los pilotos judíos que arrojaron bombas de racimo y fósforo blanco sobre niños, mujeres y ancianos, regresaron a su rutina diaria, a sus familias y a sus hijos, casi sin despeinarse.

Sin comentarios: Los cadáveres de Gaza son etéreos y ni siguieran pesan sobre las conciencias.

Esta vez la estrategia parece ser "en boca cerrada no entran moscas". Y la dinámica parece extenderse a las potencias sionistas "protectoras" que ahora andan preocupadas por la "reconstrucción" de Gaza y por un nuevo "proceso de paz".

Por supuesto, que no incluya a Hamás ni al resto de las organizaciones de la resistencia que quedaron maltrechas pero en pie y sin renunciar a la guerra contra el invasor.

La consigna parece ser: Si hay muertos que no se noten, y si hay derrota que pase lo más desapercibida posible.

Israel perdió la guerra por una razón sencilla: Después de asesinar y masacrar a civiles indefensos durante 22 días consecutivos, no consiguió los dos objetivos centrales de la operación militar de exterminio: Descabezar a Hamás y terminar con los arsenales y cohetes de la resistencia palestina.

El martes, mientras asumía Obama en USA, los aviones judíos volvieron a matar en el sur de Gaza para tratar de acallar a los cohetes y morteros palestinos que siguen disparando contra Israel.

El Estado judío no solamente tiene un problema inconcluso con la resistencia palestina, sino que ahora se le agrega otro: Explicarle al mundo que quiere decir la palabra Holocausto.

Sería interesante que los intelectuales judíos, tanto "progresistas" como de "derecha", redefinieran el concepto filosófico y funcional de las palabras "campo de concentración" o "genocidio", así la reinscribimos en Wikipedia para que el resto del planeta se entere donde está el "bien" y donde está el "mal" en la era de las computadoras.

Sería bueno que los intelectuales judíos redefinan a Hitler y a la ideología del nazismo para que tengamos un marco referencial con que juzgar los 22 días de masacre de los aviones israelíes en Gaza.

La estrategia parece ser el silencio. Y la reinvención de las denuncias de "campañas antisemitas" en el mundo con que las que el aparato de inteligencia israelí intenta neutralizar las críticas y las reacciones a la masacre y destrucción en Gaza.

Ante el nuevo cuadro, se hace cada vez más difícil vender la "victimización" histórica. Los F16, los helicópteros Apache y las bombas de racimo se hacen cada vez más incompatibles con la leyenda del "pueblo perseguido".

Los martirios de Gaza y de Libano ya sientan jurisprudencia histórica sobre la "sensibilidad pacifista" del Estado de Israel. En este escenario, se hace cada vez más difícil separar la palabra "sionismo" de la palabra "judío".

Demasiadas coincidencias, demasiados puntos referenciales, demasiada omisión y apoyo a la masacre de Gaza, tornan cada vez más difícil separar a Israel de sus hijos diseminados por el mundo.

Este miércoles, ni Israel ni los judíos hacen autocrítica sobre las ruinas de Gaza. Mientras Hollywood y la prensa internacional hacen "historia" con la nueva sangre imperial color negro de Obama, los habitantes de Gaza y las organizaciones humanitarias internacionales observaban el paisaje apocalíptico de las destrucción silenciada.

Decenas de miles de casas y edificios convertidos en escombros, la casi totalidad de la infraestructura administrativa de gobierno destruida, centenares de mezquitas pulverizadas, vidrios estallados por todos lados, el comercio y la actividad económica paralizados, negocios, escuelas, hospitales, destruidos o semidestruidos, con las huellas de los misiles o de las bombas israelíes marcadas con identidad indeleble.

"Gaza a es una ciudad devastada donde parece que hubo un terremoto", sintetizó un corresponsal de la BCC.

En la Franja de 360 km2 donde se amontonan un millón y medio de palestinos dentro de un régimen de apartheid, sus habitantes carecen de todo: Ya casi no hay luz por falta de combustible, la poca comida que queda sólo se la encuentra en los raleados depósitos de la ONU y de las organizaciones humanitarias que fueron blanco de las bombas israelíes.

Según la Cruz Roja, los hospitales, las morgues y los cementerios se encuentran colapsados, y los muertos se entierran en las tumbas de otros muertos. Y están los "efectos colaterales": Aguas contaminadas, desechos orgánicos en descomposición (incluidos los cadáveres) que ya amenazan con focos generalizados de epidemia y enfermedades, según las organizaciones médicas.

El último balance de los servicios de salud palestinos, cifra la cantidad de víctimas en 1.415 muertos palestinos y casi 6000 heridos, la mayoría con mutilaciones de difícil recuperación. Según un ultimo informe de la ONU, murieron casi 400 niños, 1200 fueron heridos, y hay más de 230 mujeres entre las víctimas fatales. Las autoridades de Gaza habían cifrado el sábado los daños en el territorio palestino en US$ 1.900 millones.

Las agencias humanitarias de la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se mostraron el martes absolutamente impactadas por la situación. "Nuestros colegas sobre el terreno nos han transmitido la indescriptible, insoportable devastación que ha sufrido la Franja de Gaza, la situación es absolutamente terrorífica", señaló a la prensa el martes la portavoz del CICR, Dorothea Krimitsas.

El director del programa sanitario de la Agencia para los refugiados palestinos (UNRWA) y representante especial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los territorios palestinos, Guido Sabatinelli, describió la situación "como si hubiera habido un terremoto".

Pero no hubo un terremoto: Hubo un bombardeo militar sistemático, continuado, programado como una pieza de relojería, durante 22 días consecutivos, por parte de aviones, buques, tanques y baterías terrestres que convirtieron a Gaza en una llamarada multicolor (como de festejo navideño) que sembraba escombros y cadáveres durante las 24 horas.

En Gaza, como coinciden en afirmar observadores y corresponsales, hubo un Apocalipsis, pero el Apocalipsis no vino de la ira de Dios sino de la ira del Estado judío.

Y una cifra ilustra la desproporción de la masacre: Durante toda la operación militar murieron 10 soldados israelíes, tres civiles, y no fue destruido ningún tanque o máquina de matar israelí.

Para el día después, para el regreso sin gloria de los exterminadores de Gaza, Israel y los judíos del mundo eligieron el silencio.

Sería bueno que lo rompieran, por lo menos para explicarnos nuevamente la filosofía existencial de la "raza perseguida".

La contrainformación ya estalló: En el Medio Oriente queda poco espacio para vender otra cosa que no sea la verdad revelada por los hechos. Ahí está Gaza, la nueva verdad revelada por 22 días continuados de masacre israelí.

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