Alegría israelí y decepción palestina tras la designación de Clinton

El Periódico
03/12/08

La designación de Hillary Clinton como jefa de la política exterior del Gobierno de Barack Obama ha despertado sentimientos encontrados en Oriente Próximo. En Israel la satisfacción es generalizada. "Clinton reforzará la relación especial entre EEUU e Israel", dijo el lunes el primer ministro, Ehud Olmert. Entre los palestinos, en cambio, prevalece la sensación de que les esperan otros cuatro años de travesía del desierto. Su único consuelo es el nombramiento como asesor de seguridad nacional del excomandante de la OTAN James Jones, una de pocas voces críticas con Israel en el equipo de Obama.

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Durante las primarias del Partido Demócrata, Clinton fue una de las atletas con mejor plusmarca en esa competición "por ver quién era el defensor más estridente del Estado judío", en palabras de un reportero del Jewish Week. Defendió la pretensión israelí de hacer de Jerusalén su "capital indivisible", amenazó con "aniquilar" a Irán si ataca a Israel y abogó por incrementar la presión sobre Siria. Además, la senadora por Nueva York es una habitual de las conferencias del Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel (AIPAC), el más poderoso de los lobis judíos de EEUU.

"Es posible que apueste más por la vía diplomática y trate de acercarse a los europeos, pero en el caso de Israel no creo que modifique significativamente la postura de la Administración de Bush", opina el analista israelí Jonathan Rynhold. Menos esperanzas todavía tienen los palestinos.

El Contrapeso

El contrapunto de Clinton puede ser el exmarine James Jones, que fue el enviado especial estadounidense a Oriente Próximo en materia de seguridad. En agosto presentó un informe "muy duro, en el que Israel sale muy mal parado", según un militar hebreo, sobre la política del Ejército israelí en Cisjordania. Pero su informe nunca vio la luz: lo censuró la Casa Blanca.

Además, Jones se ha mostrado partidario de otorgar una mayor soberanía a los palestinos y de desplegar tropas de la OTAN en Cisjordania hasta que nazca su Estado, asuntos de los que Israel no quiere ni oír hablar. La pregunta es si Jones podrá tener alguna influencia sobre Clinton y Obama, ambos, a priori, más sionistas que muchos israelíes.

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