El petróleo enciende Irak

EE UU presiona a Bagdad para que apruebe la Ley de Hidrocarburos
El Pais
PERE RUSIÑOL - Madrid - 24/09/2007

El petróleo ha abierto un nuevo abismo entre Bagdad y Washington y amenaza con encender aún más Irak. George W. Bush y el Congreso de EE UU exigen la aprobación inmediata de la Ley de Hidrocarburos, que lleva siete meses empantanada en el Parlamento iraquí. Los sindicatos están en pie de guerra al denunciar que el borrador de la ley regala a las multinacionales extranjeras la principal fuente de recursos del país. Ante la parálisis, la región autónoma kurda, la más próxima a EE UU, ha aprobado su propia ley y acaba de hacer su primera concesión, que Bagdad considera "ilegal": la empresa beneficiaria es Hunt Oil Company, de Tejas, dirigida por un magnate íntimo de Bush.

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"La presión que nos está haciendo EE UU para que aprobemos la ley cuanto antes es contraproducente; es mucho más difícil trabajar en estas condiciones", explica, en conversación telefónica desde Bagdad, Haider Alabadi, portavoz de Dawa, el partido chií del primer ministro, Nuri al Maliki. Alabadi preside la comisión de Reconstrucción que debate la ley y duda que la norma se apruebe pronto, pese a que EE UU exigía su ratificación ya antes del verano y lo colocó como uno de los "puntos clave" para medir el progreso del país. "No creo que se apruebe este mes ni el que viene", agrega.

El hambre de China por el petróleo ha realzado todavía más la importancia del crudo iraquí. El país árabe tiene las terceras mayores reservas probadas del mundo -115.000 millones de barriles, el 10% del total mundial- y algunas estimaciones calculan que alberga el doble de crudo, aún inexplorado. Pese al descenso brusco en la producción -primero por el embargo contra Sadam Husein, luego por la guerra y finalmente por la inestabilidad-, el petróleo representa el 70% del PIB del país y el 95% de los ingresos del Estado.

El borrador de la ley que discute el Parlamento establece un modelo muy distinto al que rige en los países ricos en petróleo que rodean Irak: se limita la participación del Estado y se otorgan concesiones a las multinacionales mucho más largas de lo habitual: de hasta 35 años. Además, se deja en manos de las compañías extranjeras la explotación de los campos que se descubran. "Sería una tragedia que en un momento tan terrible de la historia iraquí el país se viera obligado a comprometer de esta forma el futuro de sus recursos naturales y con ellos las posibilidades de desarrollo para las próximas décadas en beneficio de empresas extranjeras", subraya Greg Muttitt, de Platform, ONG británica integrada en una red internacional creada para oponerse a esta ley, a la que se han sumado diputados del ala izquierda laborista y hasta seis premios Nobel.

La desigual distribución geográfica de los campos de petróleo añade potencial explosivo a la ley. El crudo se reparte básicamente entre el norte kurdo (20%) y el sur chií (70%), de forma que las zonas pobladas mayoritariamente por suníes -la comunidad que nutre la insurgencia- pueden quedar fuera del pastel. Las facciones y milicias chiíes toman ya posiciones en el sur ahora que los británicos se marcharán de Basora. Y el Gobierno kurdo ha puesto la directa: ha aprobado su propia ley y otorga concesiones según su norma, sin consultar a Bagdad.

El 8 de septiembre, el Gobierno autónomo kurdo anunció la primera concesión tras la aprobación de su ley y Bagdad la consideró "ilegal". Coincidiendo con el aumento de la tensión entre Washington y Bagdad -por la Ley de Hidrocarburos, por la relación con Irán, etcétera-, el prooccidental Gobierno kurdo anunció un importante acuerdo con una multinacional estadounidense: Hunt Oil Company. No es una compañía cualquiera: tiene la base en Tejas, el feudo de Bush, y su dueño, Ray L. Hunt, es un íntimo del presidente, de su círculo tejano: forma parte del reducido grupo de asesores en política internacional -el President's Foreign Intelligence Advisory Board- y de la dirección del Bush Presidential Library Foundation. Además, presidió durante años el National Petroleum Council -el lobby industrial que asesora a la Secretaría de Energía del Gobierno- y trabajó en Halliburton, el gigante tan vinculado a los Bush y al vicepresidente de EE UU, Dick Cheney.

"Estamos contentos por participar en el establecimiento de la industria petrolera en la región kurda de Irak", dijo Ray L. Hunt, al anunciar el acuerdo. "El Kurdistán ha establecido un modelo transparente que promueve la inversión de las compañías petroleras internacionales en beneficio de todos", proclamó Ashti Hawrami, ministro regional para los Recursos Naturales. Demasiado optimistas, según Robert Mabro, presidente honorario del Instituto de Energía de Oxford: "La ley sólo debería hacerse cuando el país esté pacificado, nunca antes. Lo que pretende EE UU es un gravísimo error", explica.

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